Este ensamble une la majestuosidad orquestal de la Banda Sinfónica Metropolitana de Quito con la pasión de Las Musas del Vallenato y El Cartel del Vallenato,.

Una banda sinfónica, con sus bronces, pentagramas y flautas, ensaya junto a un acordeón colombiano que canta con alma y sabor a Caribe.

Así suena el experimento sonoro que se tomará el Estadio de Carapungo este sábado 26 de julio desde las 18:00, en un concierto gratuito donde la Banda Sinfónica Metropolitana de Quito compartirá escenario con Las Musas del Vallenato y El Cartel del Vallenato.

El evento forma parte del proyecto Sucre Viajero 2025, una iniciativa de la Fundación Teatro Nacional Sucre (FTNS) que, desde hace casi dos décadas, busca llevar música de alta calidad a los barrios de la ciudad. Esta edición apuesta por el cruce de géneros en un recorrido artístico sin fronteras.

El ensamble entre la Banda Sinfónica Metropolitana y los grupos vallenatos representa el estreno de un formato que rompe moldes. Es la primera vez que en Ecuador se presenta una fusión de este tipo, donde la tradición académica se encuentra con la fuerza popular de un género que nació en los campos y las esquinas del país cafetero.

“Esto suena a Ecuador y suena a Colombia, a guacharaca y a comunidad”, resume con emoción Danny Ceballos, fundadora de Las Musas del Vallenato, quienes traerán éxitos como ‘Triste y sola’ o ‘Me dejaste sin nada’, ahora con una orquesta sinfónica respaldando cada verso.

A su lado, Jezu Ávila, vocalista de El Cartel del Vallenato, reconoce este nuevo reto en su carrera musical. Reto en el que los integrantes de la banda que lo acompañarán tienen la habilidad de tocar con partituras, y a eso deberá complementarlo con su habilidad: tocar desde el alma.

Para Wendy Corzo, joven acordeonista con raíces indígenas y parte de Las Musas, este concierto también es una victoria simbólica porque, según ella, el acordeón en Colombia solo era ejecutado por hombres durante décadas, hasta que una mujer rompió este molde. Ahora, ellas lideran el frente musical.

Desde el otro extremo del pentagrama, músicos de la sinfónica admiten que adaptarse al vallenato ha sido desafiante pero enriquecedor. Aseguran que mucho de lo que hacen en esta música tropical no está escrita en ninguna partitura, pero se siente. Los instrumentistas experimentados han aprendido a escucharlo, a sumarse a un nuevo ‘flow’ que transmite pasión, amor y despecho.

Las personas que asistan este sábado al estadio de Carapungo se darán cuenta que la música es universal y no hay géneros incompatibles, sino armonías por descubrir.